El poder de la conexión emocional

Conceptos en 300 palabras

MARKETINGNEURO MARKETING

Iojan Fagonde

12/19/20232 min read

En el asombroso y fascinante mundo del marketing hay un principio que destaca entre todas las estrategias para conquistar a los consumidores:

"Las personas compran siempre de manera emocional"

Esta afirmación trasciende cualquier doctrina ortodoxa y se sumerge en el corazón de la psicología humana, donde las decisiones de compra se mecen entre tempestades de emociones presentes y experiencias pasadas.

A esta altura todos lo sabemos, las marcas memorables no venden productos; sino promesas. La conexión emocional es el ingrediente secreto, el charm que transforma una simple transacción en una promesa potencial de hacernos mejores en algún sentido.

Imagina la última vez que compraste algo más allá de una mera necesidad. ¿Qué te motivó? ¿Fue la promesa de una vida más fácil, la sensación de pertenencia o la idea de superar un desafío personal? Estos y muchos otros, son los disparadores emocionales que las marcas utilizan para cautivar a su audiencia.

El eje de la venta de un producto o servicio no esta principalmente relacionado a sus características y beneficios, sino a la solución que le aporta al usuario y esta solución siempre esta ligada a un deseo o emoción.

Así, tenemos aspiradoras autónomas que nos permiten compartir más momentos con los seres queridos, zapatillas que nos hacen sentir pertenencia a un determinado grupo social, o smartphones que elevan nuestra sofisticación o status.

Comprando emociones.

La neurociencia respalda la premisa de que las decisiones de compra están arraigadas en el cerebro emocional. Las investigaciones revelan que las experiencias emocionales tienen un impacto más duradero en la memoria y la lealtad del cliente, que los simples datos racionales. Las marcas que comprenden este concepto y lo abrazan no solo venden productos, sino que también crean seguidores devotos.

Ergo?

Construir una conexión emocional sólida con los consumidores es la clave para trascender la competencia y forjar relaciones significativas que perduren en el tiempo. Al entender y aplicar este principio, las marcas pueden no solo vender productos, sino también apelar a emociones que calen en el corazón de sus clientes.